ADOLESCENCIA: CÓMO DECIR QUE NO AL ACOHOL
La adolescencia ya ha llegado o se está aproximando, y con ella, los cambios, los miedos, las ganas de experimentar… Que las etapas se están adelantando es un hecho. Vestimos a nuestras hijas e hijos de 6 años como mujercitas y hombrecitos, a los 7 u 8 años las niñas se quieren maquillar, continuamente bromeamos y agobiamos con que si quién le gusta, que si cuántas novias tiene… así que no esperemos que el alcohol, el tabaco y las ganas de experimentar se atrasen. Obviamente, cada vez llegan antes. Y esto conlleva riesgos añadidos:
- La inmadurez extrema con la que se enfrentan a estos peligrosos estímulos. Si ya cuesta controlar los consumos en adultos o jóvenes de 17 o 18 años, imaginad cómo pueden gestionar esto niños de 11, 12 o 13 años.
- El daño neurológico y fisiológico que puede hacer en sus cuerpecitos aún en pleno desarrollo es mucho mayor que en el resto de personas.
- Cuanto antes se comienza el consumo, más probabilidades hay de sentir la necesidad de probar sustancias cada vez más fuertes y de caer en adicciones en los próximos años.
A estos riesgos debemos añadir los que ya existen per se, por el consumo (problemas con las relaciones sociales, bajo rendimiento académico, problemas emociones y físicos, etc.).
Éste es el primero de una serie de artículos que tratarán el consumo de alcohol en la adolescencia. Enfocando primero una parte preventiva (qué hacer con los pequeños que están llegando a la adolescencia) y después hablar de cómo actuar si sabemos que nuestros hijos han consumido o lo hacen con regularidad. Empezamos con la PREVENCIÓN en la adolescencia.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA EVITAR EL CONSUMO TEMPRANO?
Como siempre decimos, piensa que eres su espejo. De poco va a servir que tú le digas lo malo que es beber o fumar, si tus conductas no muestran lo mismo.
Y con esto no me refiero sólo a que si tú fumas o si de vez en cuando te tomas una cerveza o algo de vino tu hijo esté apocado irremediablemente al alcoholismo juvenil. Veamos, entonces qué está en tu mano:
- Fomenta la comunicación en familia, de manera natural. Cuanto más tiempo paséis juntos charlando de muy diferentes temas, si éste en cuestión le preocupara, sentiría más confianza en poder abordarlo, o no se sentiría muy violento si tú lo sacaras. Da tu opinión sobre noticias de diferente índole, da ejemplo de cómo se puede opinar y respetar las diferentes ideas de los miembros de la familia.
- Enséñale a ser asertivo. Con tu ejemplo, hazle ver lo importante que es dar la opinión que uno tiene, respetando la del otro. Que respete sus deseos y opiniones por encima de los de los amigos, sin hacer daño ni perjudicar al compañero. No me canso de decirlo… pero debe ser con tu ejemplo, en tu día a día, expresando y defendiendo tus necesidades a tu pareja o en el trabajo, y hablarlo con normalidad. Si tu ejemplo es “claudicar” siempre ante los deseos del otro, sin mirar tus necesidades, no esperes que tu hijo pueda decir lo que quiere, no quiere o necesita ante un grupo de 5 amigos, que en estos momentos tienen un poder de influencia mucho mayor que tú.
- Practica con ellos, como si fuera un ejercicio o un juego, delante del espejo, a decir que NO: “Lo siento, pero no me apetece fumar. No insistas, porque no voy a fumar. No quiero, y punto.” No tiene que dar mil explicaciones, no es no (Técnica del disco rayado). Si es su verdadero amigo, debería entenderlo.
- Ayúdale a distinguir en qué situaciones sí puede ceder, y en qué otras tiene que mantenerse firme en sus convicciones, aunque pueda suponerle alguna crítica.
- Practicar a expresar sus opiniones y puntos de vista, respetando los de los demás.
- Explícale los efectos negativos que pueden tener el consumo de alcohol, drogas, tabaco, etc. teniendo en cuenta sus necesidades. Si sólo le hablas de las consecuencias a largo plazo (enfermedades, etc.) tendrá poco efecto; en estos momentos se sienten poco menos que invencibles e inmortales. Pero si les cuentas cómo les va a afectar para practicar su deporte favorito, o cómo se va a deteriorar su piel en el momento actual, o cómo descenderá su rendimiento escolar (para aquellos que sea importante) tal vez sean motivos de mayor peso para poder decir que no.
- Cuanto mayor conocimiento de sí mismos y gestión de sus emociones tengan, más fácil será controlar el consumo y sus necesidades. Trabajar en casa la inteligencia emocional es un valor muy favorable para estas situaciones. Cómo no, recuerda que eres su espejo. ¿Identificas bien tus emociones y las puedes gestionar y hablar de ello o explotas a veces sin poder controlarlo y lo dejas pasar hasta la siguiente vez?
- Enséñale a escoger sus amigos. Decirle que vaya con Juan y no con Laura no va a ser demasiado efectivo, pero si él mismo entiende el valor de la amistad, qué hace un buen amigo y qué no hace, con la suficiente seguridad podrá determinar con quién merece la pena pasar su tiempo y de quién es mejor alejarse lo antes posible. No son amigos aquellos que te obligan a hacer cosas que tú no quieres hacer.
Parece estar claro la importancia que tienen nuestras acciones, más que nuestros consejos. Así que mira hacia dentro y obsérvate, conócete. ¿Quieres ser el espejo de tu hijo? ¿Se puede mejorar? ¿Qué está en tu mano? Los cursos y talleres de las escuelas para padres siempre ayudan, y si consideras que quieres ahondar algo más, no dudes en pedirnos apoyo psicológico para forjar unos cimientos sólidos desde los que empezar a trabajar con tus hijos.
Si estáis interesados en no perderos el siguiente artículo sobre cómo actuar si se sospecha o sabe que un hijo consume alcohol, drogas, etc., o ninguna de nuestras noticias o publicaciones en éste u otros blogs en los que colaboramos, os animamos a suscribiros a nuestra newsletter:
Deje su comentario