PADRES, FÚTBOL Y VIOLENCIA. MENUDO COCKTAIL

Está en boca de todos. PADRES, FÚTBOL, y FÚTBOL, PADRES. Esta semana ha vuelto a ocurrir en un partido de chavales de 13 y 14 años. Los padres de los dos equipos han terminado organizando una batalla campal. Y todos decimos: “Qué vergüenza, menudo ejemplo para los niños”. Y es así, pero, qué es lo que les pasa a algunos padres con el fútbol (y otros deportes)? ¿Por qué aflora ahí la violencia más que en otros ámbitos?

En la mayoría de los casos me atrevería a decir que, entre otros aspectos, existe un problema de AUTOESTIMA y FRUSTRACIÓN. Ponen en sus hijos tan altas expectativas porque es más que probable que no pudieron alcanzar todo lo que ellos quisieron; Y no toleran que un tercero (árbitros, rivales, otros padres…) no les dejen “triunfar” en un sencillo partido de fútbol de fin de semana.

Esta es la máxima, y la llevan hasta el extremo. Si hay que defender a ultranza al hijo de uno, se hace, cueste lo que cueste. Yo por mi hijo MA-TO. Cuánto nos hemos reído de esta frase, pero la pena es que algunos padres lo llevan a cabo de forma literal en algunos ámbitos en los que los valores deberían ser del esfuerzo, la humildad, el respeto al compañero y a la autoridad.

¿Qué ejemplo damos cuando…

  • insultamos al árbitro o al entrenador? Que la autoridad no sirve para nada. Yo me la salto y trato de imponer mi ley, la del más fuerte.
  • Insultamos al otro equipo? Que no hay que respetar al rival, hay que humillarle. No venimos a disfrutar del deporte; venimos a parecer más que el otro, aunque sea con artimañas y no por mostrar nuestras facultades y esfuerzos en el propio deporte
  • Insultamos a los otros padres? Que a mi lo que me importa no es mi hijo ni su equipo. A mi me importa quedar por encima del otro, como sea.

Bajo la máscara de defender al hijo, salen a flote todas las debilidades, miedos y violencia a presión.

Pero, pensemos en los niños. ¿Qué les queda a ellos de todo esto? Un MUY MAL EJEMPLO.

  1. Como siempre decimos, somos su espejo. Las neuronas espejo hacen su trabajo, y tarde o temprano terminarán imitando nuestros comportamientos. No nos puede sorprender luego que se comporten así en casa, que acosen a un compañero cuando le inoportune o que no tenga ningún respeto hacia sus profesores.
  2. En algunos casos, cuando los niños son más pequeños, se asustan ante esas situaciones violentas. Son anti-natura, y eso da miedo. ¿De verdad merece la pena “luchar por el honor” de un hijo si éste u otros niños que hay alrededor se asustan?. Pero tranquilo, si lo que usted como padre quiere es hacer de su hijo un hombre fuerte y que se sepa defender a golpes y gritos, en poco tiempo le imitará a la perfección.
  3. En este tipo de comportamientos impera la violencia, la fuerza física, por encima del respeto, la empatía, la deportividad, el esfuerzo y el sacrificio. Olvídese de esos valores, que son los que ayudan a forjar la autoestima de los niños de hoy, adultos del mañana. Esto condicionará sus vidas y nuestra sociedad.

Parece que un inocente campeonato de fútbol tiene mucha más importancia de la que cabría pensar. Por supuesto, cuando este tipo de incidentes se dan, debemos imaginar que no son hechos aislados en el día a día de estos progenitores. Quizás hablan sin respeto de sus jefes, de sus compañeros de trabajo o amigos, gritan e insultan cuando ven el fútbol por la tele, y por supuesto, cuando le preguntan a sus hijos por los partidos, únicamente se preocupan por cuántos minutos ha jugado, cuántos goles ha metido y si Fulanito, que no corre nada, ha jugado más que él. Qué injusta es la vida. Será mejor que hable con el entrenador, que no se entera de nada… PADRES, FÚTBOL. FÚTBOL, PADRES…

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