Tengo un familiar con depresión y no sé qué hacer
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la depresión será en el año 2020 la segunda causa de incapacidad en el mundo. Cada vez tenemos a nuestro alrededor a más personas diagnosticadas con depresión, y desgraciadamente, de todas las edades. Pero, ¿qué podemos hacer si tenemos una persona cercana con depresión? A menudo no sabemos si seguirle la corriente o si ignorar sus síntomas o restarles importancia será lo que más le ayude… a continuación indicamos unas pautas que podrán ayudarte.
- Antes de nada, debes saber que puedes ser un soporte muy importante para la persona, y convertirte así en una herramienta terapéutica primordial, así que, aunque suene egoísta y en estos momentos pienses que hay que centrarse en el otro, debes cuidarte mucho. Habréis comprobado que es fácil arrastrarse por la tristeza del otro, pero para que eso no pase y puedas ayudar adecuadamente, tú deberás tomarte tus respiros pidiendo ayuda, tratar de descansar y llevar una alimentación apropiada.
- Evita los juicios de valor y trata de entender su situación. Ellos no han escogido esta situación, no saben manejarla ni entienden por qué están así. Las frases como “Si lo tienes todo”, “Ahora que estábamos tan bien…”, o “Pero ¿por qué estás así ahora, con lo felices que éramos?” no hacen más que hundirles más, aunque nuestra intención sea que vean lo positivo.
- Plantea opciones, sin presionar. Podemos proponer algunos planes para hacer, sin obligarles a ir; en ocasiones podrá decir que no, y en otras quizá termine haciéndolos. Siempre tendremos que reforzar positivamente todos aquellos esfuerzos que haga, y hacerle ver toda su parte positiva que él/ella no es capaz de ver (sus méritos, habilidades, capacidades, etc.); la autoestima baja que impera en estas situaciones no les permite ver todas cualidades que poseen. Las frases hechas como “El tiempo lo cura todo”, o “Tú lo que tienes que hacer ahora es salir y divertirte” tampoco ayudan a la persona deprimida.
- Dar libertad para que exprese sus sentimientos. A menudo pensamos que es mejor que no hable de ello, como si así lo fuera a olvidar. Debemos darles la oportunidad de expresarse, ya que eso ya en sí mismo puede ser terapéutico. Comprendamos y empaticemos con su situación (sin llegar tampoco a regodearnos en su dolor, o lo reforzará aún más), sin olvidar tampoco reforzarle positivamente haciéndole ver los pequeños y mínimos logros que va consiguiendo día a día.
- Buscar un tratamiento profesional adecuado. Esta sintomatología no suele desaparecer sola. Es importante que un profesional haga un seguimiento del proceso, bien en psiquiatría o psicología, que con frecuencia irá acompañado de farmacología que se deberá revisar convenientemente. La presencia familiar es primordial, pero no puede ser el único apoyo que tenga la persona, por el bien de todos.
La depresión es una situación muy difícil en los hogares, por lo que no podemos olvidar que cuidar a estas personas conlleva el cuidarnos a nosotros mismos, o la bola irá haciendo más y más grande y la solución irá pareciendo cada vez más lejana.
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