PARA QUIENES SE COGEN LA JUSTICIA EN LAS REDES POR SU MANO

LOS LINCHAMIENTOS EN LAS REDES

En los últimos tiempos, se ha hablado de la impunidad que existe en las redes sociales para escribir y criticar al otro por lo que ha dicho o subido. Se nos pueden venir muchos casos de personas que han sido linchadas verbalmente por decir algo para muchos o pocos, criticable. Hablemos sobre cómo las personas se manifiestan implantando una falsa JUSTICIA EN LAS REDES.

¿ACASO NO SE LO MERECEN?

Ciertamente, yo y todos, podemos sentirnos afines a determinados comentarios, y parecernos auténticas aberraciones palabras o escritos en contra de nuestros principios o de unas mínimas pautas de civismo. Y se puede expresar, pero hay muchas maneras de decir las cosas.

¿En qué nos convertimos cuando nos creemos jueces y verdugos? Tal vez en lo mismo que aquellos a los que criticamos. Las redes se están convirtiendo en el foro romano donde Julio César decidía siguiendo el clamor del público, regodeándose del sufrimiento del otro.

Por tratar un ejemplo reciente, podemos hablar de la mujer que escribió sobre Ines Arrimadas. La mujer que tuvo la desfachatez de desear que la política fuera violada en grupo sólo porque no comparte su parecer en un tema probablemente cometió un delito. Y la política lo ha denunciado y la ley actuará.

En las redes sociales ocurre todo tan rápido, al contrario que en la justicia real, que ya todo el país ha juzgado y sentenciado a esa mujer. Y es que detrás de una pantalla y un teclado parece que la gente ha perdido el miedo a decir barbaridades como las que ha dicho esta señora, pero también se ha perdido el respeto por las normas habituales, por hacer cumplir una justicia establecida (a veces valorada como injusta, eso es cierto). Así, la sociedad en grupo se siente con la potestad de pedir despidos, de meterse con toda su familia (¿qué culpa tendrán hermanos, primos o amigos de esta mujer también acosados que tuvieron la inocente idea de etiquetarse en alguna foto de Facebook con ella?).

Estas personas, con sus palabras aberrantes han cometido un tremendo error. La “justicia callejera” es mucho más dura que la justicia a la que estamos habituados. Probablemente irán señaladas para una larga temporada, sin opción al arrepentimiento ni al perdón en años.

QUÉ NECESITAMOS PARA CAMBIAR ESTO

Como hemos hablado ya en otros artículos y por muy diferentes motivos, lo que falta en nuestra sociedad es EMPATÍA.

EMPATÍA

Empatía les falta a todas estas personas, que detrás de un teclado o un móvil se ven con la fortaleza de acosar al otro, de escribir atrocidades como el desear la violación de esta otra persona, otras augurando enfermedades por no compartir ideologías, los niños grabando palizas de compañeros en los colegios y subiéndolos a la red, y un largo etcétera de disparates y brutalidades. Contra estas personas lo que falta es que la justicia actúe con fuerza.

Pero es que también empatía les falta a los que, en nombre de los acosados, como abanderados de la justicia, cometen las mismas atrocidades o parecidas. ¿De verdad es necesario ese linchamiento público? ¿Qué pasaría si sencillamente se expresara, con educación, la opinión sobre determinados hechos? Manifestar la desaprobación de los hechos sería una buena opción. Pero parece que esto no es suficiente.

Tal vez, en parte, esto se deba a que a menudo no se cree en la justicia; pero pensemos si aún así, ésta es la mejor solución. NO podemos justificar las acciones de los acosadores, pero pensemos por un momento si esa señora estaba bajo algún tratamiento médico, si está pasando por una situación difícil… no lo sabemos. Y no justifica sus palabras, pero tal vez si pueda justificar un futuro perdón y arrepentimiento. Esta señora probablemente no encuentre trabajo en lo que le queda de vida laboral, y su familia vivirá señalada por el dedo en su barrio, en su pueblo… sin haber hecho nada.

CÓMO CONSEGUIR LA EMPATÍA

Desde el amor y el respeto, pensando cómo nos sentiríamos nosotros, y dando ejemplo a las futuras generaciones de adultos. A veces nos puede el ímpetu, el juzgar rápidamente porque vivimos en un mundo rápido, donde no hay tiempo a la reflexión. Pensemos en cuánta información nos falta para poder juzgar ante una frase de 140 caracteres y pensemos en el daño que podemos hacer antes de lanzar a los leones a las personas.

No dejemos que el odio impregne nuestras redes sociales; reflexionemos sobre lo fácil que es juzgar sin pensar, y el esfuerzo que nos cuesta pararnos a ponernos en el lugar del otro, a esperar a la justicia (o luchar por una justicia más justa), y después a perdonar. ¿Todos merecemos una segunda oportunidad si hay arrepentimiento y aprendizaje, o sólo unos pocos?

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