ADOLESCENCIA Y ALCOHOL: QUÉ HACER CON LAS PRIMERAS BORRACHERAS

En nuestro anterior artículo, que puedes leer aquí,  hablábamos sobre cómo prevenir el consumo temprano y abusivo del alcohol en los jóvenes adolescentes. Dejábamos bien claro la importancia de nuestros comportamientos, por tanto que somos su espejo.

Ante esta situación, propongo que os hagáis antes unas preguntas:

  • ¿Hasta qué punto te preocupa el consumo de alcohol en tu hijo?
  • ¿Crees que consume, pero “lo normal”?
  • ¿Has pensado si vas a imponer algún tipo de norma, castigo o consecuencia si tu hijo llega borracho a casa?

Ahora que has pensado sobre ello, analicémoslo. El alcohol, al estar legalizado y tan instaurado en nuestra sociedad, no conlleva una percepción de riesgo, ni para los adolescentes, ni para los adultos. Y aunque no hay que caer en el dramatismo y actuar entrando en pánico, sí debemos ser conscientes de los riesgos que conllevan y que ya nombramos en el post anterior (adicciones futuras, daños neurológicos y fisiológicos, problemas sociales…). Por ello, no nos relajemos pensando que consumen “lo normal” para su edad, porque que sea lo habitual no significa que sea lo más saludable para ellos. Las estadísticas de los daños ocasionados por el alcohol y el tabaco son infinitamente superiores a las que generan otras drogas, no legalizadas (por el número de consumidores y cantidades de consumo).

QUÉ HACER SI LLEGA BORRACHO A CASA

Por lo tanto, nuestra recomendación es que sin ser muy alarmistas, los padres sí deben actuar. En nuestro anterior artículo hablábamos de cómo prevenir y ayudar a nuestros hijos a tomar las decisiones bajo su responsabilidad, con seguridad en sí mismos, y no por seguir la corriente al resto. Pero hemos de ser conscientes que están en unos años de experimentación y cruzar los límites, así que es probable que un día, nuestro hijo llegue más o menos perjudicado a casa.

En tal caso, ¿qué hacemos?

  • Anticípate. Si tu hijo empieza a salir con los amigos, habla con normalidad del tema antes de que pase. Establece unas consecuencias con él sobre qué ocurrirá si un día llega borracho a casa. “Ahora que ya sabes lo que opino sobre el consumo de alcohol, entenderás que no quiero que vengas a casa borracho o en mal estado. Si esto ocurre, tendremos que hacer cumplir alguna consecuencia, como que no salgas las próximas semanas, o que no te pueda dar tu paga asignada durante unas semanas porque he perdido la confianza y pensaré que te lo vas a gastar en alcohol”. Esto es un ejemplo, pero podéis establecer vuestras propias consecuencias hablándolo con vuestros hijos; que entiendan que sus actos, van a llevar unas consecuencias. No sois vosotros los culpables de que no pueda salir o no tenga paga, sino ellos. Siendo previsores, ellos no podrán decir que no sabían lo que pasaría si llegaran borrachos. Las consecuencias tienen que cumplirse, y ser equilibradas y realizables. Si les decís que si vienen un día borrachos no van a salir nunca más o tendrán que volver siempre a las 22h, sabrán que es imposible mantener esa consecuencia en el tiempo, e incumplirán vuestra norma.
  • Aún así, llega el fatídico día en que tu hijo entra por la puerta tambaleándose, sin poder articular palabra, etc. Ármate de calma y paciencia. La preocupación, normal y esperable, puede hacerte perder los nervios. No le recibas a voces, increpando si se ha visto cómo va o cómo huele a alcohol y tabaco, y preguntándole qué ha bebido. Con esa entrada sólo recibirás silencio y alguna mala contestación que te encenderá aún más.
  • Asegúrate de que está bien. Ayúdale y pregúntale cómo se encuentra. A continuación, cuando sepas que está bien, dentro de lo posible, dile con firmeza que mañana hablaréis del tema, más tranquilamente.
  • Al día siguiente busca un buen momento para hablar, sin prisas. No lo postergues. Nuevamente desde la calma, pregúntale “¿Qué pasó ayer?”. Si la pregunta comienza como un interrogatorio, culpabilizando: “¿Qué hiciste ayer?”, seguramente se cierre en banda y no quiera hablar. Hay que intentar que cuente los motivos por lo que bebió, qué y cuánto tomó, con quién estaba, cómo se sintió o qué le llevó a hacerlo, para poder hablar de ello y que razone si le mereció la pena o no. Desde la agresividad, nada de esto se conseguirá.
  • Expresa cómo te sientes tú, para que sepa que sus actos tienen consecuencias a terceros, y sobretodo para que vea en ti un ejemplo de cómo hay que hablar de lo que uno siente, sin vergüenza ni miedo. “Ayer estaba muy preocupado al ver que no llegabas, y cuando te ví así me dieron ganas de no dejarte entrar. Quisiera saber qué es lo que pasó…
  • Haz cumplir la consecuencia. “Como ya habíamos hablado, sabías que si esto ocurría, no ibas a poder salir las próximas 3 semanas y tendrías que ayudarme a ordenar los armarios”.

Aquí tenéis un vídeo realizado por FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción) donde se ve de manera muy gráfica lo que aquí hemos explicado.

Si este es un tema que realmente te preocupa, consideras que tu hijo tiene problemas muy serios con el consumo de alcohol o drogas, pide aquí una cita para que podamos valorar su situación y ayudaros.

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